Pepe ejerciendo presión como interior izquierdo. |
“Mourinho me la jugó, me mintió” debió decir Pep Guardiola al final del partido que otorgaba el título al equipo del técnico portugués. Y la realidad daría la razón al de Santpedor. No sólo se la jugó a él, sino a todos nosotros, aficionados al fútbol o a cualquiera de los dos equipos. Después de suprimir la figura del enganche en el primer round de liga, introduciendo la del mediocentro, ésta vez nos mintió inventándose a un Pepe interior izquierdo. José, listo como pocos, encontró la tecla para desequilibrar al equipo blaugrana, sobre todo durante los primeros cuarenta y cinco minutos, en la salida limpia del balón, tanto de los centrales y el mediocentro, como por las bandas con los laterales. Reproduciendo así un cortocircuito y la circulación cómoda del balón del rival. Obligando en muchos momentos a desnaturalizar su juego y provocando más pérdidas.
Con Pepe en el interior izquierdo, el equipo ganó en empuje y llegada. Expulsando de su zona a Xavi e Iniesta. La prioridad del mediocampo ésta vez no era Messi. El conjunto blanco logró en muchas fases del partido arrinconar el juego del FC Barcelona empujándolo hacia su propia área. De esta manera, como ya se hiciera en el partido de liga del sábado anterior, la profundidad sería la carencia más importante del juego. Así el Barça tendría el balón, pero sería una posesión sin calidad. El traslado del balón al lugar idóneo era mucho más complicado y así, en muchas fases del juego sufriría. Esto desarrolló algo ya comentado anteriormente: Sin profundidad no hay defensa. Limitando el juego del Barça, que por otra parte no tuvo a Xavi e Iniesta en plenitud, lo que prometía el partido como una lucha entre el protagonismo y el dominio, frente a la cultura del contragolpe se tornó diferente. Cuando logras desconectar al 6 y el 8, Messi pierde fútbol y está obligado a llegar muy atrás para recoger el balón y hacer la vida más fácil al equipo y por consiguiente, estar mucho tiempo de espaldas a la portería contraria. Si a esto le sumamos, el estar constantemente presionado al meterse en el lugar de la batalla, da pie a la superioridad, pero sin lograr dar sentido a esta. Así llegaba el gol del Real Madrid, pérdida del argentino en mediocampo tras recibir de espaldas, balón a la banda, combinación perfecta entre Marcelo y Di María y sublíme remate de Ronaldo.
El problema base, quizás, sería la poca participación -una vez más- de los extremos en el mediocampo. Villa y Pedro, debían dar amplitud al equipo en la salida, pero una vez el balón llegara a la mitad del terreno, hacer superioridad al medio. Por ello, como ya comentábamos en la previa y dado el estado de forma del canario, quizás la opción idónea era la de adelantar a Iniesta en lugar de Pedro, dando entrada en el once a Seydou Keita, ofreciendo una variante diferente al juego del Barça. Esto cobraría más sentido aún viendo la posición de Pepe y daría una alternativa al equipo. Finalmente, no fue la decisión de Pep.
Por otro lado, Mourinho dio entrada a Özil. El alemán partiría desde el extremo derecho, desplazando a Ronaldo como hombre más adelantado y Di María quedándose en banda zurda. Lo que se pretendía era contrarrestar las posibles soluciones a los problemas del mediocampo barcelonista con la incorporación de Piqué, batiendo líneas. La presencia del portugués es mucha y así, deberían tomar más riesgos en dicha acción. Su participación en la prórroga, merecería artículo aparte, fueron él y diez más.
La segunda parte el Barça, fue más Barça. Logró salvar el “escollo Pepe” dio más sentido a la circulación del balón e Iniesta despertó, puso más fútbol. Casillas por un lado, y la gran fase defensiva de la que dispone su equipo fueron claves. El segundo round fue para Mourinho.
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