Entrando en materia Champions después de los dos primeros enfrentamientos entre ambos equipos, el FC Barcelona tiene que volver al Santiago Bernabeu. Ésta vez para la mayor competición futbolística a nivel de clubes. Lo hará con su técnico inmerso en las dudas de cómo superar a un rival que se ha mostrado bastante sólido en los anteriores enfrentamientos con las bajas importantes que posee en la zona defensiva. A pesar de que a principios de temporada el equipo contaba con tres potenciales laterales izquierdos, por unas razones u otras, tanto Abidal como Adriano y Maxwell no estarán disponibles para la cita. A esto podríamos sumarle la posible ausencia de Gabriel Milito y la duda del capitán Carles Puyol. El dilema para conformar una defensa en condiciones para afrontar con garantías el encuentro se antoja con trajes de puzzle de diez mil piezas. Ya que tendría que tirar de jugadores que aunque ocasionalmente han llegado a formar parte de la línea defensiva, no es su naturaleza posicionarse ahí, por lo que la decisión adquiere un contexto mucho más global para el equipo.
A pesar de que Maxwell pudiera llegar al partido, Guardiola no las tendría todas consigo para alinear al brasileño, y la piedra angular para armar el equipo es si se dispone o no de Puyol. A partir de ahí el equipo podría adquirir una forma u otra. La idea principal, y la que cuenta con más papeletas si se cuenta con el capitán es la de desplazar a Javier Mascherano al lateral, formando el “5” junto a Piqué en el centro de la zaga y Busquets como mediocentro. De esta manera y empezando desde atrás, se daría más libertad a la incorporación de Daniel Alves por carril derecho, que en los últimos partidos no había sido algo tan frecuente como lo es en el discurso habitual. Y quizás, este también sea el punto más diferencial a la hora de decidirse. Alves es más que un lateral y si logra imponer su fútbol, como ya comentamos, el Barça tendrá muchas más facilidades para dar fluidez y profundidad al equipo gracias a la amplitud que aporta dicho elemento. Con esto, el Barça quedaría cerrando con tres jugadores en fase ofensiva y liberando en cierto modo a Busquets para hacer superioridad al centrocampismo del FC Barcelona. Ya no es lo mismo cerrar con Piqué, Busquets y Adriano, que hacerlo con Piqué, Puyol y Mascherano, las cosas cambian.
El argentino nunca ha jugado en dicha posición. No lo hizo en River, tampoco en Inglaterra, ni en su paso por Corinthians. Tampoco en la albiceleste. Pero dada su capacidad de lectura del partido y técnica defensiva lo hacen un jugador viable para la posición. Tampoco había jugado de central y hemos descubierto a un jugador reconvertido en dicha posición que ofrece un rendimiento excelente. Además, cuenta con un plus. Sea cual fuere su marca en dicha parcela, Mascherano sobre el papel podría oponer resistencia por cualidades. Con Cristiano Ronaldo en derecha, el argentino da el perfil necesario para aguantar al portugués. Por potencia, por fuerza, por coraje. Igualmente que si fuera Özil, donde el alemán podría convertirse en el objeto más querido por Mascherano, dado su fútbol. El chico para todo cada vez comprende mucho más la filosofía blaugrana.
Aunque aún estando Puyol disponible, podría dar lugar a otra variante. Mantener a Mascherano en el centro de la defensa, como lo viene haciendo en los últimos partidos y dar al capitán el lateral izquierdo, no siendo la primera vez que se desempeñara en dicha posición. Esto daría pie a un contexto muy parecido al comentado anteriormente en fase ofensiva, pero se desnaturalizarían dos posiciones. La de Puyol y la de Mascherano. Siendo el argentino, sólo se saldría de su posición él.
El dilema llegaría si Puyol no estuviese disponible para el partido y saltan una terna de candidatos a ocupar el espacio bastante extensa. Entraríamos en un juego de piezas donde se moverían el propio Mascherano, Busquets y Keita. Además de una poco posible incorporación de Muniesa, que ha entrenado durante el día de hoy con el primer equipo. En esta situación cualquiera de los tres podría ser el elegido. Recordemos que Pep Guardiola ya pensó en el malí para dicha demarcación en la final de Roma ante el Manchester United tras la baja de Abidal, decidiéndose finalmente por Sylvinho para ocupar el carril zurdo y hacer un juego más natural. Keita aportaría sacrificio al servicio del colectivo, siendo un jugador apto para la fase defensiva del equipo, además de sumar en jugadas a balón parado. Con Seydou ahí, Mascherano sería el central y Busquets seguiría en el mediocentro. Y rotando nuevamente, entraría en juego la baza del Busquets central, con Mascherano al perfil zurdo, siendo Xavi la base de la jugada con Keita en el interior, junto a Iniesta. Para intentar empujar al Real Madrid hacia su portería y generar espacios a Xavi para que pueda pensar y dar velocidad al balón. Aunque también como viceversa, con Keita en la base y Xavi en su posición habitual.
Todo esto pensando en que el colectivo mantendría la misma estructura en el dibujo táctico y unos automatismos similares en la salida del balón y la designación de las posiciones según la posición de este. Pero tampoco extrañaría nada que hubiera un cambio en la forma de interpretar los movimientos. Como ya se hizo ante el Athletic de Bilbao en el Camp Nou, con Busquets como central y Abidal de lateral izquierdo. El de Badía daba facilidades para una salida más limpia y luego se sumaba al medio, mientras el francés se metía de central. Todo esto cobraría sentido si el “9” de José Mourinho fuera Adebayor.
La elección sólo la conoce Guardiola.
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