17 feb 2011

Wenger también sabe ganar

A la gente del fútbol, cuando se nombra a Arsène Wenger le viene directamente a la mente el escudo del Arsenal y la imagen del buen fútbol en Inglaterra. Tras quince años en el cargo, el técnico francés nunca ha cambiado su manera de interpretar el fútbol, su paladar exquisito por mantener la pelota en el poder y la estética por encima muchas veces de la efectividad. Llegado a la cuna de la transición rápida y los partidos de ida y vuelta, Arsène tras cosechar éxitos con el Mónaco en su país y experimentar en el fútbol japonés, se hacía cargo de un club con tintes de grande al que ha ido reinventando cada temporada con magníficos jugadores jóvenes, proclamándose como uno de los mayores captadores de talento del fútbol. A pesar de ser muchas veces criticado en Inglaterra por primar al buen juego colectivo quizás antes que a los tres puntos, el técnico nombrado por la IFFHS como mejor de la década también sabe ganar, y sabe ganar bien. Anoche, fue un ejemplo más, de porqué Arsène es uno de los entrenadores más alabados dentro de su colectivo.

El planteamiento táctico ante el catalogado como uno de los mejores equipos de la historia fue perfecto. Muchos comentamos que era una locura tirar contra el Barça la línea tan adelantada, pero cuando se obliga a Xavi e Iniesta a tocar tan atrás, sin dejar líneas de pase abiertas y restando así profundidad al conjunto catalán todo cobra muchísimo sentido. En la previa, muchos pensábamos que el Arsenal, al estar sometido a un dominio extendido en lo que a posesión de balón se refiere y sin estar acostumbrado a ello sufriría. Pero la capacidad de sufrimiento para presionar y bascular del equipo fue muy buena. Entraron muy fuerte en los principios de las dos partes, unos primeros diez minutos arrolladores donde tuvieron al Barça contra la cuerdas, siendo dueños del balón y creando ocasiones. La presencia de Walcott incomodaba bastante, siendo para mí una de las claves la espalda de Maxwell. Eléctrico, incisivo, inteligente y profundo se mostró Theo, llevando el mayor peligro en la primera parte por su banda. Aunque luego se fue apagando con el paso de los minutos, para mí fue uno de los papeles diferenciales, haciendo esto reaccionar a Pep Guardiola y creando un desequilibrio en la transición defensiva.

Tras analizar durante 35 minutos lo que venía a hacer el Barça, en la segunda parte, salieron aún con las ideas más claras. Si bien la tarjeta recibida en el minuto tres penalizaba demasiado a Song en sus acciones, siguieron apostando por el mismo fútbol agresivo, de presión. Con Wilshere -que se merece post aparte- en la base de la jugada y Song haciendo su papel, con más libertad, Cesc ayudaba más en la elaboración que en la aceleración de la jugada. Y el importante y determinante lugar de Van Persie, actuando como falso nueve. El holandés había errado dos ocasiones anteriormente, pero seguía confiado. Bajaba a recibir, control orientado, desahogaba la jugada, tocaba dando amplitud y se marchaba. Y llegó, llegó el gol. A partir de ahí, todo sería más fácil, porque lo más complicado ya estaba hecho. El Barça no supo reaccionar y Arsène estuvo expléndido en la lectura del encuentro. Arshavin volvía a ser Arshavin durante unos minutos, Bentdner fijaba líneas y mientras Koscielny se permitía secaba a Messi de cara a portería.

Para cerrar el partido, contraataque de libro. Pase en profundidad, Wilshere pisa área, arrastra y aparece el genio ruso. Sorprendiendo, con disparo cruzado dejando a la defensa vendida. El trabajo estaba hecho. Como hace un año, el Arsenal sometía al Barça en una segunda parte para enmarcar. Aquella vez la recompensa fue menor, sólo pudieron arrancar el empate. Pero esta vez, Wenger venía con la lección aprendida.

Y es que Arsène, aparte de hacer jugar a su equipo muy bien, también sabe ganar. Para quien dude, sólo deben preguntar en Inglaterra que pasaba allí, allá por el año 2004. O de manera más inmediata, visualizar el encuentro de ayer, una y otra vez. Esto es fútbol.

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