“Siéntate hijo, que juega Leo”. Deben decir los padres que un día vieron también maravillar al aficionado culé a Johan o Diego a sus hijos. El argentino puso por delante a su equipo en la eliminatoria con dos goles, dos goles que suponen una ventaja enorme y que al mismo tiempo se toma como insuficiente tratándose del Real Madrid. Como dijo Pep Guardiola en la rueda de prensa post-partido, contra cualquier otro equipo se podría dar por hecha la clasificación, pero contra el Real Madrid no. Queda un partido, otra ocasión para ver a Leo. En su casa, con su gente, acompañado de Iniesta ésta vez y con su mejor amigo: el balón.
Con la expulsión de Pepe, el Pep lo entendió. Debía aprovechar la situación, intentar matar la eliminatoria y dio entrada a Ibrahim Afellay. Profundidad. Por ahí llegó el primer roto y el holandés supo en su primer balón lo que es celebrar un gol en el Bernabeu con él como protagonista. Aunque Albiol aportara su granito de arena. Con el primero todo fue más fácil. Y entró en escena el 10. El fútbol se inventó para él. Uno, dos, tres, cuatro y Casillas al suelo. La jugada se hizo a cámara lenta justo en el momento idóneo para que los fotógrafos tomaran la instantánea que al día siguiente invadiría la prensa, todos vuelven a disfrutar del genio. La imaginación derrotó a la voluntad, a la estrategia y a la táctica. Y Messi ya sueña con llevar a Barcelona una nueva Champions, algo que la pasada temporada le quitaron e impidió cumplir su palabra con la afición, ésta vez no, ésta vez va a por ella con todo. Y quiere hacerlo con fútbol. Como lo hacía desde pequeño con la camiseta del Grandoli en la pequeña cancha de Rosario.
2 comentarios:
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